La función pública y la militancia política: una experiencia personal. Como economista de formación he tenido la oportunidad de trabajar en la función pública. Empecé como analista de proyectos, en el equipo que a fines de los años 90s trabajó en la construcción del ahora Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP). En esos años, el régimen de Alberto Fujimori había entrado ya en crisis, producto no solo del autoritarismo (control de medios, persecución a los opositores, etc) sino también de la enorme corrupción. Sin embargo, decidí trabajar en el Estado, y por varias razones. Primero porque quería ser funcionario público. Segundo, porque siempre me interesó la cosa pública, las políticas macroeconómicas y los proyectos de desarrollo. Y tercero, porque era una oportunidad para trabajar en un área de primer nivel como lo es el Ministerio de Economía y Finanzas del Perú (MEF). En el año 2000, poco antes de irme al extranjero para seguir mis estudios de mi primera maestría, participé en la Marcha de los 4 suyos. Estuve los 3 días, desde la fiesta democrática del 26 de julio hasta la represalia con bombas lacrimógenas del 28(incluido incendio del Banco de la Nación). Por qué lo hice? Como los miles y miles que viajaron de todo el país, porque creía que la re-reelección de Fujimori era una barbaridad, un suicidio como democracia y un completo fraude político. Lo hice también porque militaba ya en el partido Social por la Democracia Social (PDS) el cual criticaba ferozmente al gobierno de Fujimori. En el año 2001, ya en el gobierno de Alejandro Toledo, me tocó trabajar en el Ministerio de Agricultura, siempre en el área de proyectos y del SNIP. Tuve la suerte de contar con jefes de gran calidad profesional y técnica, que incluso me apoyaron cuando tuve algunas entusiastas acciones de control contra algunos “respetables” ejecutores de la Chakana. Durante esos dos años, trabajé activamente también en la inscripción de mi partido que participó en las elecciones generales del año 2006. Sin embargo, nunca mezclé ambas actividades y no tuve felizmente conflictos de interés, salvo quizás el TLC pero se empezó a discutir cuando ya había dejado el ministerio.
Así seguí mi carrera profesional y mi militancia política. He vivido con esta elección, y he tratado de hacerlo de acuerdo a lo que he considerado correcto. Eso no ha sido fácil porque muchas veces he tenido que tomar distancia de las acciones y posiciones de mi partido. Así también, he tenido que levantarme muchas veces de mi escritorio de burócrata para participar activamente y defender mis convicciones políticas. Como ciudadano, me es imposible enterrar mi cabeza como avestruz y desentenderme de lo que pasa en el país. Y sin embargo, he buscado siempre que no haya una incompatibilidad con mi ejercicio profesional. Algunas veces me tocó rechazar propuestas de alta dirección en la función pública, puesto de confianza como le decimos nosotros. Las rechacé porque consideré que iba a tener un conflicto permanente de interés con mi militancia política. Eso se produce cuando la política oficial es abiertamente contraria a mis ideas y posiciones políticas. Cómo podría ayudar con un cargo de alta dirección si no estaba de acuerdo en los grandes objetivos?. Pero también es cierto que he asumido funciones de responsabilidad y donde he considerado que no existía incompatibilidad. Por ejemplo, cuando acepté ser director general en el MEF, como jefe del SNIP en el 2006. Lo hice primero porque toda mi carrera pública la hice evaluando y monitoreando proyectos, soy literalmente un SNIPólogo y creí que podía aportar al país. Pero también lo hice porque en el MEF hay autonomía para trabajar técnicamente, y porque tenía un Ministro y un ViceMinistro que muchos quisieran haber tenido oportunidad de trabajar. Ciertamente, al asumir esa responsabilidad tuve que pedir licencia en mi Partido. No me lo pidió mi jefe en el MEF a quien por supuesto informé antes de aceptar; quizás no era necesario, pero lo hice. Lo que no dejé de hacer es asistir a las reuniones de mi partido, a aportar puntualmente mi cotización económica, e incluso a participar en alguna que otra asamblea nacional.
Nunca mientras estuve en esa función, algún militante de mi Partido me llamó para pedir algún favor. Recuerdo además que varios amigos políticos se “molestaron” cuando les observaba proyectos de altísima prioridad para ellos. Debo incluir en esta lista a mis buenos amigos del gobierno regional de San Martín, de Cajamarca y del Programa Sierra Productiva, entre otros. Cuando salí del Estado, les recordé esos momentos y como buenos políticos que son, me dijeron que entendían la posición técnica, y que mi posición y simpatía política hacia su trabajo, poco podía hacer para cambiar los informes técnicos (con riesgo a equivocarme). Lo mismo me sucedió con otros líderes regionales, con quienes luego trabajé como consultor.
Nunca un miembro de mi Partido me llamó para alguna reunión o tratamiento especial.
Y espero que no lo hayan hecho porque sabían cuál iba a ser mi respuesta. La evaluación técnica de un proyecto no tiene nada que ver con las ideas políticas. Ciertamente, cuando había que colaborar, que “desatorar” proyectos, lo hacía gustoso independientemente de quien fuera. Así lo hice con el Presidente de Huancavelica, no solo otrora primer ministro de las épocas más negras del fujimorismo, sino un crítico agudo del SNIP. En estos 10 años en la función pública, he tratado de ejercer mi profesión y mi militancia con la mejor compatibilidad. Es posible que las convicciones políticas puedan convivir con el profesionalismo en la función pública, solo tenemos que escuchar nuestra conciencia. Eso implicó muchas veces quedarme callado en mis ideas políticas. Si había aceptado ejercer un cargo de confianza, por más autonomía técnica, sabía perfectamente que debía sacrificar mis opiniones, por lo menos públicamente. Si quería opinar libremente, entonces debía hacer mis cajitas e irme a mi casa. De hecho, eso fue lo que hice cuando dejé la función pública en el año 2008.
Posteriormente, como consultor económico, he seguido ligado a mi ejercicio profesional como experto de proyectos SNIP, de gestión y de políticas públicas. Tuve la suerte además de ser convocado por una empresa de gran prestigio como Macroconsult, que me dio la oportunidad de ejercer mi profesión en un proyecto en Ancash. Allí me tocó asistir a gobiernos locales en la formulación de proyectos, con muchos recursos pero también mucha corrupción (pero eso es materia de otro artículo). Recuperé mi libertad de opinión al 100%, empecé a escribir artículos en medios y por supuesto, asumí mi plena actividad partidaria. Ello felizmente no ha afectado mi “prestigio” profesional y sigo teniendo, gracias a Dios, oportunidades laborales con instituciones serias nacionales e internacionales. Por qué he escrito estas líneas? Déjenme compartir con ustedes un caso que acaba de sucederme como consultor económico y como miembro de un partido político. Un diario de Iquitos ha acusado a la alcaldesa del distrito de San Juan Bautista de favorecerme con una consultoría sobre un proyecto SNIP de educación que hice el año pasado. Se acusa directamente de ser una consultoría “bamba”. Se afirma con “solvencia” periodística que es una consultoría con signos de plagio y que indica fuertes irregularidades en la contratación de un consultor “foráneo”.
El reportaje ha continuado toda la semana y me ha motivado reflexión y también indignación. El caso no deja de ser interesante por la justa preocupación de la prensa en denunciar los favoritismos partidarios. Ciertamente, eso es inaceptable y merece siempre la vigilancia plena de la sociedad civil. Aquí la cuestión es que eso debe hacerse pero con justa rigurosidad, con la armas acusadoras debidamente sustentadas. Caso contrario, el efecto es el opuesto, se destruye el buen ejercicio profesional en el Estado que tanto necesitamos. ¿Cómo llegué a hacer una consultoría en este municipio distrital de Iquitos? La alcaldesa es una de esas tantas autoridades que conocí en el MEF como jefe del SNIP. Por cierto, una de las mejores alcaldesas, no solo por su impecable honestidad (tan difícil de encontrar ahora) sino por su capacidad de gerente público, otra gran cualidad que escasea en el Estado. También conocí a varios de sus funcionarios, todos muy entusiastas con la responsabilidad municipal y que visitaban el MEF para acelerar los siempre complicados procesos en el SNIP y en Presupuesto. Cuando me contactaron para asistirlos en temas de proyectos, me ubicaron por mi dirección de correo que uso profesionalmente. Acepté gustoso asistirlos y participar en el concurso, el cual me fue adjudicado según las normas del Estado. Necesitaban hacer un proyecto para mejorar la calidad de la educación en San Juan. Lo hice con la mejor disposición porque todos los que conocemos el Estado, sabemos que no es fácil relacionarse si la institución no es seria. Existe demasía informalidad y demasiada corrupción. No era el caso de San Juan, a quien se le reconoce como municipio responsable. Presenté el proyecto pero, contra mi experiencia previa, no logré convencer al evaluador SNIP que el proyecto fuera aprobado. Aunque a mi juicio, el evaluador hizo observaciones más de forma que de fondo, no logré alcanzar la meta de la aprobación. Ello me produjo mucha frustración porque el proyecto era producto de un enorme esfuerzo del equipo educador de la misma municipalidad. Un equipo de educadoras que me sorprendió por la claridad de su diseño pedagógico, y que sustentamos con un completo diagnóstico y un detallado presupuesto. Mi función era ayudarlas a sustentar como proyecto SNIP de inversión social, cambiando el patrón pernicioso de que la inversión es solo ladrillo y cemento. Lamentablemente, no se pudo, el evaluador y su jefe consideraron que no había el sustento técnico necesario. En estas idas y venidas habían pasado más de 6 meses, cuando todo debía hacerse en dos como máximo. Por mi parte opté por solicitar resolución del contrato dado que debía partir al extranjero por un largo periodo, y que es donde estoy escribiendo este artículo ahora. Esta historia del proyecto ha sido divulgada en un medio de prensa de Iquitos, pero con una versión negativa recargada. “Un consultor bamba ha engañado al municipio, ha plagiado un documento, y lo más grave, milita en un partido político al igual que el Gerente de Desarrollo Social para quien hizo el trabajo”. Aparecen correos electrónicos, que no tengo ningún problema en reconocer, y donde se acusa de favoritismo. Por cierto, eso de filtrar a la prensa información de comunicación interna de trabajo no dice mucho a favor del funcionario que lo hizo (por no decir otra cosa). No he visto ninguna declaración de este señor, cuyo contrato no ha sido renovado y que parece ha sido motivo de su reacción acusadora. Si ha llegado a ese nivel, una declaración con una entrevista sería interesante. El punto es que el reportaje ha bombardeado de acusaciones a la alcaldesa y al gerente de desarrollo en una campaña que no deja de sorprender por los adjetivos utilizados. Las acusaciones se responden directamente, como ya lo ha hecho públicamente el municipio. El supuesto plagio que menciona el evaluador se base en tres líneas de un documento de 138 páginas donde cometí el error de mantener en el diagnóstico general, una referencia errónea a un proyecto de calidad educativa Ancash. Lo de consultor bamba es un adjetivo injusto que espero rectifiquen. Y haber cobrado sin terminar es inexacto pues el primer pago corresponde a la entrega e inscripción del proyecto según el contrato firmado. El no haber logrado la aprobación no es lo deseable ciertamente, pero sucede en la mayoría de los proyectos SNIP, solo tienen que darle una mirada al banco de proyectos. Espero que el medio rectifique su acusación de “consultoría para tirar al tacho”. Será bueno que soliciten opinión de otro experto SNIP. El Proyecto lo trabajé con el equipo especialista municipal, con quien tuve una comunicación permanente y directa, en reuniones, por teléfono y por correo mucho (pero muchísimo) más activa. Por su parte, el Gerente de Desarrollo Social que pertenece a mi Partido, recién lo conocí cuando empecé la consultoría. Debo afirmar además que cumplió técnicamente con su trabajo y de hecho, me hizo ajustar la primera versión que entregué con observaciones que hizo el equipo de educadoras, antes de enviarlo formalmente al evaluador del SNIP (recién allí aceptó hacer el primer pago). Ahí están también los correos donde, como decimos en el argot del SNIP, me hicieron “ranear” una vuelta al estadio hasta entregarles un documento satisfactorio para sus intereses. Felicitaciones al equipo, así da gusto trabajar. Claro, estos correos no le interesan a la prensa y no vende tanto como la acusación de favoritismo. Pero lo más grave, y que me genera reacción, es la campaña contra la gestión municipal de San Juan Bautista de Iquitos. Ese municipio debe ser uno de los más destacados en su gestión en el Perú, aun con el bajo presupuesto que tiene para la enorme población en el distrito. El equipo municipal está haciendo reformas de fondo en su política local, especialmente en el nivel social que tanto se necesita. Acusar a la autoridad de “señora trafa” es para indignarse. Me pregunto si los compatriotas de San Juan son conscientes del maltrato que están haciendo a su alcaldesa.
Me gustaría que esa señora estuviera en mi partido, para defenderla con todos nuestros medios. No lo está, no pertenece, y dudo que por ahora, ella y su movimiento quieran comprometerse con un proyecto nacional. Demasiados problemas. Y sin embargo, esa alcaldesa ha tenido la calidad moral de declarar públicamente su admiración y simpatía por el trabajo de nuestro Partido. Muchas gracias por ello, aunque las veces que estuve en Iquitos no tuviéramos oportunidad para hablar de proyectos políticos comunes. Ejercer la función pública nunca ha sido fácil, y menos hacer política partidaria decente. Hacer las dos cosas es mucho más difícil en el Perú. Antes me preguntaba (y angustiaba) sobre cómo hacían los políticos en otros países. Cómo se ganaban la vida? Cómo arreglaban su agenda si decidían ser funcionarios públicos y tener militancia partidaria? Felizmente, mis colegas en el extranjero me dieron una respuesta contundente. En la Escuela de Administración Pública donde estudié mi segunda maestría, se forma los mejores funcionarios públicos, los que asumen los cargos de alta dirección en el Estado. Oh sorpresa, los partidos políticos de ese país y de otros incluso, mandan a sus mejores cuadros allí. Ese es el perfil que he estado trabajando y creo que es perfectamente compatible en el Perú, a pesar de las suspicacias de cierta prensa. Quiero terminar reconociendo públicamente el trabajo del municipio de San Juan Bautista, a su alcaldesa y a su equipo. Lo hago como experto en gestión pública. Necesitamos en el Perú recuperar la confianza y la credibilidad en las personas que tienen vocación de servicio, honestidad y excelencia en el Estado.
A continuación los videos de los reportajes en Iquitos:
http://www.youtube.com/watch?v=qWco150ZaBA
http://www.youtube.com/watch?v=1WEPmeLj7ik
http://www.youtube.com/watch?v=pWSzUXclvuU
2 comentarios:
q conchudo cuñaaooooo.....te pasas asi cualquiera es consultor de proyectos
Jaime rengifo....
Pucha....q feo debe haber sido evaluar a un proyecto con una tremenda influencia de la alcaldesa ahhhhhh.....
Angela Matute Gonzales..
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