Las propuestas de varios candidatos en las últimas elecciones presidenciales reflejan su disconformidad con el Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP), responsabilizándolo del retroceso de varios proyectos centrales, regionales y municipales. Sus detractores sustentan que es muy burocrático, hay falta de flexibilidad en su metodología y es muy restrictivo en su aplicación.
Roby Arbe Saldaña, MBA Profesor de Economía Universidad de Lima
Quizá la crítica más fuerte tiene que ver con la ausencia de un sistema nacional de planeamiento luego de la disolución del viejo Instituto Nacional de Planificación (INP). El actual sistema no aborda la reforma profunda del Estado respecto a un planeamiento estratégico, proceso que debe ser acompañado por una evaluación y fiscalización descentralizada, así como por un ordenamiento territorial.
La incorporación del SNIP data del 2000 y es uno de los avances en materia de evaluación y optimización de recursos públicos. Su aplicación fue progresiva en las entidades del sector público y es un acierto metodológico, pero con algunas limitaciones.
¿Por qué es necesario el SNIP? Para gastar bien los recursos públicos, para garantizar proyectos de inversión socialmente rentables, efectivos y sostenibles; para reducir lo más rápido posible nuestro déficit de infraestructura y servicios básicos.
Antes del SNIP existía duplicidad de proyectos, muchos de los cuales no eran sostenibles y generaban ineficiencias en el uso de los recursos públicos. El objetivo de optimizar los recursos del país nos libera de proyectos inverosímiles, y un ejemplo emblemático del mal uso de recursos públicos es en Madre de Dios, una región golpeada por la ilegalidad. El municipio de Tambopata utilizó gran parte de su presupuesto para la construcción de un mirador de más de 40 metros de altura. Costó 2 millones de soles y el mantenimiento mensual es de 200,000 soles, el ascensor no está operativo por los altos costos de electricidad; además, su ubicación obstruye el tráfico. Cuando se realizaba la construcción, la tasa de analfabetismo en la zona era de 22.3% y solo el 34.8% de la población contaba con abastecimiento de agua.
La clave del desarrollo no está necesariamente en invertir más, sino en invertir mejor, con transparencia. No hay desarrollo real sin una buena inversión, mejorando la eficiencia de la asignación de los recursos públicos destinados a la inversión. Uno de los últimos ejemplos, la carretera Interoceánica, criticada por el sobredimensionamiento y la falta de sustentabilidad social económica, fue exonerada del SNIP. Queda claro que se debe reformar; sin embargo, no debe matarse al SNIP, se debe maximizar el impacto de los proyectos de inversión pública sustentando el crecimiento económico, social y el bienestar general, priorizando proyectos enfocados en las necesidades básicas de la población.