Leo el artículo de Nicolás Lynch en La República: SNIP o no SNIP: falso dilema (…)
El SNIP no existe para que el Estado gaste bien, mentira, el SNIP existe para que el Estado no gaste, es decir para que no se preocupe de usted ni de mí, porque, por principio el Estado no debe gastar en el bienestar, sino tan sólo en la seguridad de (algunos) de sus ciudadanos.
Interesante concepción. ¿Y por qué habría que evitar tanto gasto?
La teoría parte del supuesto de que en países como el Perú las crisis económicas se producen porque el Estado gasta mucho en la población; ojo, gasta mucho y no mal, que es muy diferente. ¡Oiga! ¿Usted se ha enterado alguna vez de que este Estado gaste mucho en su población? Yo, por mi parte, hace casi 30 años que trabajo en una universidad pública y no he visto que el Estado gaste mucho o poco en ella, sino casi nada.
Entonces, no hemos vivido ningún tipo de despilfarro populista. El dinero nunca llegó al pueblo, ergo no hay grandes gastos. El tema sería que no se gasta, no que se gaste mal.
Entonces, ¿qué hay que hacer?
Para empezar hay que deshacernos del llamado Ministerio de Economía y Finanzas que junta las funciones de cajero y programador de la inversión. Es imposible aquí y en cualquier parte del mundo que el cajero esté encargado de gastar. El cajero tiene como función contar la plata y asegurarse de que no le falte un centavo. Esa función es imposible de compatibilizar con la del gasto.
El MEF pasaría a contar la plata. Ya, ¿y quién se encarga entonces de la política económica?
No es por gusto que en los países grandes e importantes de América Latina, como México, Brasil, Venezuela, Chile, hasta en Bolivia, hayan distintos ministerios para planificar y autorizar la inversión, como son los de programación y/o planeamiento; y ministerios de economía y/o hacienda para cuidar la caja. Por ello existía antes en el Perú un Instituto Nacional de Planificación, odiado por los neoliberales, que cumplía similar función. Por ello, existe, con ley aprobada, el tímido Centro de Planificación Estratégica, pero ni a ese le dan bola. De esta manera, además, les partimos el espinazo a los tecnócratas que por la vía de la plata controlan el Estado. ¿Quién se atreve?
Bueno, ahora es cuestión de atreverse. Según el autor necesitamos más ministerios, en particular uno de planificación, distinto del de economía. Además así “les partimos el espinazo a los tecnócratas”.
Comentario: La propuesta del autor es meramente administrativa y se parece mucho al debate sobre la bicameralidad. La inoperancia del congreso no se resolverá por crear más instancias. Que un ministerio de planificación sin tecnócratas se encargue del SNIP, o de como le llamen, no resuelve el problema de los estándares de calidad de la inversión. Una vez que el ministerio de planificación se encargue de la inversión pública, los problemas actuales que el autor niega rotundamente reaparecerian: ¿Hay que aflojar esos estándares o hay que mantenerlos altos? ¿Cómo se hace para que las regiones presenten proyectos productivos de calidad que sí resuelvan los problemas de pobreza, educación, salud, infraestructura vial, eléctrica, etc.? ¿Quién se atreve a dar una respuesta a esto? Sobre este tema el autor no nos dice nada. Ponerse rotundo es fácil, lo difícil es proponer soluciones.
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